jueves, 20 de mayo de 2010

SIGUIENTE CAPÍTULO DEL LIBRO " ÉRIK, HIJO DE ÁRKHELAN

Desde la visita que hiciese Érik junto con sus amigos, Krodan y Gunner, a Markus, había estado construyendo la caseta al lado del granero para los dos criaturas. En unos días, concluyó la construcción.

-¡Por fin! El último detalle y... -dijo a Markus que sujetaba con una mantita a los dos lobitos- ¡Ya está! Éste, queridas criaturas, será vuestro nuevo hogar temporal, claro.

Los dos hombres y las criaturas entraron dentro de la caseta. Era pequeña, pero bastante amplía y alargada, construida con la madera de los árboles del límite del bosque y que le había proporcionado, a precio de amigo, el leñador del poblado, el ya anciano Kalont. La caseta era acogedora, perfecto para el invierno y bien refrescada en verano, era ideal para los lobitos, que una vez en el suelo, acudieron corriendo uno detrás del otro, a ponerse en una de las esquinas. Érik esbozó una sonrisa en el rostro y con el rabillo del ojo, se fijó que el siempre serio y tosco Markus también lo hacía. Markus era un hombre peculiar, un ermitaño serio y olvidado del mundo, que antaño no fue así. Cuando servía en el ejercito con Árkhelan, era un gran vividor de la vida. El más alegre del escuadrón, el que más bebía y el que más mujeres se llevaba al lecho de su tienda. Así por lo menos, era tal y como lo había descrito su padre cuando, poco después de la visita de Érik a la casa de éste, decidió ir a visitarlos.

-¡Cuánto tiempo querido hermano de armas! -dijo Árkhelan- Han pasado diecisiete años desde que abandonaste el ejercito. Diecisiete años hace que murió mi querida esposa.... -Árkhelan mostró en su rostro la pena, amargura y soledad que da el haber perdido a tu ser más querido- Pero de eso hace mucho tiempo, ¿no es así, viejo amigo?.

-Así es, Árkhelan, demasiado tiempo. ¿Recuerdas cuando nos reclutaron para la tercera guerra contra Sífoxi y los reinos del Norte? -preguntó Markus.

-¿Que si lo recuerdo? ¡Éramos niños por entonces! Recuerdo que tu padre siempre nos hablaba de las dos primeras guerras contra Arthérian en las Tierras Pardas, y nos aconsejó a que nos uniéramos al ejercito. Aquellos eran tiempos duros hijo mío. -dijo Árkhelan mirando a Érik- Y después de tantos años de servicio y de guerras, aún le debo siete veces la vida a este hombre.

-¿Y cuando se las cobrarás? -dijo Érik queriendo participar en la conversación.

La pregunta fue seguida por un largo, casi eterno silencio por parte de los dos ex soldados. Markus bajo la cabeza apartando los ojos de Árkhelan, quien miró profundamente a este. Ahí se quedo la pregunta. Markus, con una escusa sencilla, pidió marcharse para volver a su herrería. Y acabó aquella conversación entre grandes amigos. Érik, ya pasados varios días de aquello, no se le olvidó aquella pregunta y aquella escena.

1 comentario:

  1. Veo, Fernando, que efectivamente, hay madera, de la de más allá del linde del bosque, en donde la hojarasca cubre de tal manera el lugar que hay que usar el machete para ir abriendo un camino certero que conduce de unos personajes incipientes a una trama que puede ir surcando diversos caminos, diferentes senderos, a veces paralelos, pero invisibles unos para otros debido a la tupida maleza de la literatura.
    Escribe, Fernando, porque parece que tienes imaginación (tan importante es saber escribir como saber qué escribir).

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